Las mujeres y su machismo camuflado

Pero eso realmente, ¿conduce a la felicidad? Pudiera ser. Si así fuera, a pesar de todo, es condición indispensable contar con pareja; puesto que de forma solitaria, salvo que se dediquen a pisar cráneos, es prácticamente imposible. Tengo la absoluta impresión, tras tomarme el café esta mañana, que algunas, están descubriendo, como así me lo han puesto en evidencia, que el estúpido feminismo con el cual crecieron les planteó un meta falsa y a la vez dañina de que NO SE NECESITABA EL HOMBRE PARA NADA, que se podía prescindir de él hasta dejarle en el más ridículo de los ostracismos; porque éramos (y somos... y seremos) su peor enemigo, al cual hay que pisarle el cráneo hasta reventarlo en mil pedazos.
De hecho, los hombres (como éste, que escribe éstas líneas) con cierto carácter, convicciones y decididos a no ser tiranizados por los caprichos de cualquier fémina vengativa, somos señalados por su dedo acusador de machistas, de tener miedo a las mujeres... o mucho peor... de maricones o pertenecientes al bando de "la acera de enfrente". Es decir: o nos plegamos a sus exigencias, como si nos apuntaran con una pistola a la cabeza... o somos algo idéntico a un insecto que debe ser irremediablemente aplastado. Grave error.
Y es un grave error, se mire por donde se mire. No se debe buscar tres pies al gato porque no los tiene. La razón de esta afirmación tiene su base, en que la identidad sexual de la mujer feminista se asienta sobre la exigencia de que el hombre debe satisfacerla sin ofrecer nada a cambio, igual que el primitivo machismo.
Pero lo peor de todo, es que pese a que el hombre actual se ha sometido a un periodo de reciclaje, para tratar de asumir ciertos roles de las mujeres, aún así se sienten defraudadas.
Sí, sí... he dicho bien! Defraudadas! ¿Motivo? Muy simple: porque ya que ahora damos, queremos recibir algo a cambio, porque una relación -cualesquiera del tipo que sea- implica dar y recibir algo. Es algo tan simple, que parece molestarlas. No se dan cuenta o no se quieren percatar, que cuando se recibe algo, siempre hay que dar. Es un concepto universal, que las feministas no aceptan ni quieren aceptar, anclándose en un concepto confrontacional en donde uno debe hincar la rodilla, para someterse a ellas. Así no se construye, ni por asomo, la tan deseada igualdad que tanto persiguen; esa cosa que todos sabemos lo que es, pero que algunas mujeres (y sobre todo, las feministas más radicales) la confunden con conceptos equivocados, dando un contenido equivalente a enfrentamiento, humillación y arrinconamiento de los hombres, pues se niegan a leer la letra pequeña de lo que implica realmente éste concepto.
No se puede pretender, por parte de algunas mujeres, un hombre con la sensibilidad de Pablo Neruda en sus años jóvenes como poeta, la valentía de un guerrero al más puro estilo de "Conan el Bárbaro", la inteligencia de un científico, la prudencia de un filósofo, la honradez de un misionero y la habilidad y atributos sexuales de Rocco Siffredy, SOLO PORQUE ES MUJER. Además, muchas olvidan que ese estereotipo de hombre, no existe más que en las películas de Hollywood. ç
Hay pocas mentiras tan dañinas para las propias mujeres como el feminismo, que con el paso de los tiempos, se retroalimenta de sus propias incongruencias y se reinventa una y otra vez, con la única finalidad de empeorar. La igualdad empieza por ceder todos un poco, en la parte que nos corresponda y, sobre todo que quien da, tiene derecho de reclamar a recibir. Qui pro quo.
3 comentarios
Declan PainKiller -
CAPITAN CALANDRAKA -
e... -
Y los topicazos de :todos los hombres son...y las falsas mujeres rompedoras.
tal vez mi madre fué la feminista sin saberlo, con naturalidad de alguien que trabaja cuando pocas mujeres lo hacían.
Arduo tema. No me gusta culpar a los hombres de mis frustaciones.